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Y estamos de regreso en esta parte del año que nos parece la más lejana del calendario. La época que nos pone a pensar de más. ¿Qué metas logré este año? ¿Cumplí todos mis propósitos? ¿Cuánto cambié? ¿Poco? ¿Todo? ¿Nada? 


También es esa temporada que nos puede dar un bajón impresionante, pensando en todo aquello que nos faltó, en todo aquello que pudimos fallar o los proyectos que no nos atrevimos a comenzar.


Pero para esto es esta tradición anual, para tener un comienzo distinto. Que nos permita recordarnos que los cambios no solo se miden en nuestra propia persona, también se miden en lo que pudimos o podemos dar a los demás.

Y no nos referimos a la cantidad de regalos que podemos costear, porque muy en el fondo reconocemos que los mejores obsequios no vienen de un catálogo, en una caja de colores o debajo de un pino.

 

Hablamos de las acciones que pueden alegrar el día a una persona, las palabras que pueden cambiar el futuro de alguien o los abrazos que pueden llenar de armonía los momentos en los que haces match con los que más quieres.

No pienses en un año “desperdiciado”. Emociónate por el futuro pues el pasado ya se fue y ten un solo propósito que te haga levantarte todos los días con ganas de ser bendita para ti y para los demás. 

 

Te deseamos felices fiestas. 

 

Autora: Olivia Serna

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